Encuentro con Gorosito…
Daniel Gorosito Pérez
ANIVERSARIO DEL INGRESO DE O.PAZ AL COLEGIO NACIONAL
- Partilhar 13/08/2024
Octavio Irineo Paz Solórzano
(31-3-1914/19-4-1998 CDMX). Ensayista, poeta
y diplomático. Entre los múltiples
galardones que obtuvo por su labor como
escritor, destacan el Premio Cervantes en
1981 y el Premio Nobel de Literatura en
1990. Es considerado uno de los autores más
influyentes del siglo XX y uno de los poetas
más destacado de todos los tiempos.
Y justamente así se definía Octavio Paz:
“Soy poeta”. Y escribió:
“Soy hombre:
duro poco
y es enorme la noche,
pero
miro hacia arriba:
las estrellas
escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo
instante,
alguien me deletrea.
Al conmemorarse este 2024, 57 años del
ingreso de Octavio Paz a El Colegio
Nacional, comparto una parte de su discurso
de ingreso centrado en la poesía, el signo,
la imagen y el tiempo.
Poema:
ideograma de un mundo que busca su sentido,
su orientación, no es un punto fijo sino en
la rotación de los puntos y en la movilidad
de los signos. Hasta hace poco se concebía
al hombre como la fuente de los
significados, el lenguaje lo distinguía de
todos los otros seres vivos: era el dador de
sentido.
Hoy el hombre es una
articulación o una metáfora en el discurso
de La naturaleza: un momento de la
comunicación entre las estructuras más
simples y las más complejas, de los virus a
los sistemas solares. El hombre no es el
productor de los signos: es un signo más
entre los signos. Lo que sigue es una
reflexión sobre ese signo.
La
interrogación acerca de la poesía
contemporánea contiene otra sobre las
cambiantes relaciones entre los nombres y
las cosas que éstos designan. Esas
relaciones sufrieron una metamorfosis al
iniciarse la era moderna. Ahora han sufrido
otro cambio igualmente decisivo.
No
es tanto que los nombres haya perdido las
cosas o, como se dice corrientemente, que
nuestro lenguaje haya perdido sentido: las
cosas por sí mismas tienden a constituirse
como un lenguaje autónomo y que no siempre
podemos traducir al lenguaje verbal.
Las dificultades que experimentan la
lógica matemática y física de las partículas
atómicas para describir ciertos fenómenos no
son esencialmente distintos a los de la
poesía contemporánea. En uno y otro caso se
trata de un problema de traducción, en el
sentido que daba Valéry a esta palabra:
encontrar un sistema de equivalencias o
analogía. La analogía no sólo expresa
semejanzas sino también oposiciones
complementarias. Una de ellas, en nuestro
tiempo, es la de técnica y poesía.
La poesía es la manifestación verbal, la
encarnación en palabras, de la mitología de
una época. De ahí que la función mítica sea
casi inextinguible de la función poética.
Aunque el poeta no es inventor de mitos, a
él le toca nombrar a todo ese conjunto de
héroes, sucesos reales e imaginarios,
creencias y pasiones que constituyen lo que
se llama “la imagen del mundo”, de una
sociedad, su mitología.
El poeta
convierte en imagen a todos esos signos; los
configura, les da figura, La semilla de esa
imagen es la idea que se forman los hombres
del mundo y de sí mismos. La idea yace
escondida en la estructura inconsciente de
la sociedad y la nutre una visión particular
del tiempo. La función cardinal del tiempo
en la formación de la idea del mundo se debe
a lo siguiente: los hombres no lo vemos
nunca como mero suceder sino como un proceso
intencional, dotado de una dirección y
apuntando hacia un fin. Los actos y las
palabras de los hombres están hechos de
tiempo, son tiempo: son un hacia esto o
aquello, cualquiera que sea la realidad que
designen, el esto o el aquello, sin excluir
a la misma nada.
Así pues, el tiempo
es el depositario del sentido. El poeta dice
lo que dice el tiempo, inclusive cuando lo
contradice: nombre el transcurrir, vuelve
palabra a la sucesión. La idea del mundo se
repliega en el tiempo y éste se despliega en
el poema. Poesía es tiempo desvelado: el
enigma del mundo convertido en enigmática
transparencia.
Cada civilización ha
tenido una visión distinta del tiempo;
algunas lo han pensado como eterno retorno,
otras como eternidad inmóvil, otras más como
vacuidad sin fechas o como línea recta o
espiral. Año platónico, circular y perfecto
a la manera del movimiento de los cuerpos
celestes o tiempo apocalíptico en línea
recta, de los cristianos; tiempo ilusorio
del hindú, molino de las reencarnaciones o
tiempo infinito, progreso continuo del siglo
XIX.
Cada una de estas ideas ha
encarnado en esas imágenes que llamamos
poemas un nombre que designa a un objeto
verbal sin forma fija y en perpetuo cambio,
de la invocación mágica del primitivo a las
novelas contemporáneas. Pues bien, la poesía
se enfrenta ahora a la pérdida de imagen del
mundo. Por eso aparece como una
configuración de signos en dispersión:
imagen de un mundo sin imagen.
¡Hasta el próximo encuentro…!
Dr.(c). Washington Daniel Gorosito Pérez
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- Ano VI • agosto 2024