Santiago Aguaded Landero

Poemas ibéricos

Santiago Aguaded Landero

Poemas ibéricos (34) LUÍS SERGUILHA

LUÍS DE SERGUILHA nació en Portugal  pero ha vivido y recorrido algunas geografías de América Del Sur. Es poeta, ensayista y curador de arte ibero-afro-americana desde hace 15 anos en Portugal y en Brasil. Escribió y publico 20 libros de poesía y ensayo. Kalahari, Plantar rosas na barbárie, Falar é morder uma epidemia, os esgrimistas dos Á-peiron e a ACTRIZ a ACTRIZ o palco do esquecimento e do vazio son los títulos de SUS libros más recientes. Ha recibido invitaciones por varias universidades ibero-americanas para dar conferencias y mesas redondas sobre sus ensayos creativos, plagados de actractores extraños, que atraviesan cuerpo-arte-pensamiento-poesía. Actualmente vive en Recife (Brasil) y ha creado una estética bautizada como Laharsismo, estudiada en Universidades. Recibió los premios literarios Júlio Brandão e Hermilo Borba Filho.



SALTOS ROBADOS  de Luís Serguilha

Un SALTO se abisma en el aliento de una dádiva innombrable, hay una exasperación tensa atada al batir del aire en la sutura de una herida: Un SALTO extrae su piel del suelo impreciso y alfabetiza un DOLOR sesgado con las pinzas de un testigo inhóspito: una ciencia se transmuta y alcanza la vacilación asombrosa en lo alto del temblor impregnado en la escucha (disr)irruptiva del suelo: lo inconmensurable alcanza las punzadas de la dismorfosis a través de un fondo salpicado por las bilaterales del asombro: dicen: campo magnético del delirio y la disensión donde las catalepsias del silencio provienen de la sangre de los garfios de la voz con apoptosis dentro de las astillas de la memoria de quienes hablan de fístulas de muerte: hay una luz placentaria soplando y asustando a los micro mundos con la ligereza plástica del terror de lo divergente caminos que actúan locamente sobre los ventrículos de jarrones de sí mismos: un SALTO es infinito en las fuerzas de los brotes que crean distancias clásticas dentro de la fragmentación de los hilos del vacío que grises mezclan los bocetos inarticulados del cuerpo con los tubérculos del azar: un SALTO se lacera en su huesudo aliento ante el espacio accidental de visiones cristalográficas que mezclan los golpes de las indecibles imágenes con el sonido de una falange que destripa la anomalía llena de huellas. de leprosos, acidólisis y futuros insondables: un SALTO desgarra los tejidos de ARCONTE con serpentarios peristálticos, con bestiarios cinéticos entre los territorios drenados de palabras y las huellas de los pedúnculos: el SALTO es una abertura subcortical y vibrante entre la luz del animal y la fisura arremolinada del DOLOR que se perfila en las direcciones de las incisiones suspendidas en el mosaicismo del grito con lisosomas creando una luz bajo las venas plurimodales del barro: el argón del espacio invagina y hace danzar los pasajes de lo impensable sobre una fecundación de estacas de acantilados. El SALTO es un cuerpo de transpiradores marchitos que construyen montones de lavados parietales a través de oscuras reverberaciones y alrededor de gestores de orfanatos: aquí y ahora: las imágenes de los guardabosques aparecen viscosas y cinceladas por los impredecibles caminos del vacío que relanza los caparazones de los escarabajos para el trémulo desplazamiento de las plántulas: hay una tensa levedad que extravía su meteorización en la suspensión de flujos infinitos (babas de pus matemático utilizan la advección de ruinas del animal para petrificar el estallido de las esporas de las geofonías). El SALTO es alborozo de alteraciones en levaduras preverbales que se expanden en la cementación de los desagües  y se pliegan en las heteronimias de un aliento histérico: los GESTOS se disuelven bruscamente en el umbral de la experimentación de la ceguera que captura la visión vascular en el olvido impregnado por un escape de isometrías salmizadas de arriba a abajo por óxidos apofánticos cercanos a los yesos bárbaros de la DANZARINA. Un SALTO asimila las vigilias indiscernibles del saco escrotal: hay una devastación poligonal en los sellos aculeiformes de las mastabas: un SALTO incorpora las vasovagales de su propio cuerpo para involucrarse en las vesículas seminales de improvisación con turbulencia auricular dentro del exceso de la innombrable. Un SALTO sale del interior de un nervio acre gigantesco, se sobrepasa y desaparece en la luteína sin precedentes del cuerpo para reforzar los sentidos de un conjuro rítmico que lo arroja al jardín de lo impensable y al silencio de los espejos tensioactivos y covalentes sobre mapas codificados a través del tuberosidades de lo imposible (un giro se filtra por los dedos rectos y espumosos tras la alta concentración de moscardones de la gonorrea): las expresiones de una volatilidad evocadora alcanzan la locura de una nueva geometría con los fotomotores de los retales impalpables. Un SALTO absorbe la soledad nómada en su comienzo barroco para estilizarse con las curvas variables y abrirse a la materia caótica del futuro a través de un trazo sensible que espesa la inquietud indescifrable dentro de la extraña presencia de la fundoscopía. El SALTO esponja las resonancias que crean el infinito con los mapas rasgados de lo intraducible que relanzan contrapuntos de aferentes sobre el resquebrajamiento de la miosis topológica. El SALTO es un espasmo de los nervios ópticos involucrados en los improbables tallos que se encuentran dentro de los perímetros cefálicos y asciende por las hendiduras abruptas de las vértebras hasta el destello babeliano*[1] de suturas digitales: dicen: ojo-ecotono con lesión o espejos laberínticos con dextrosis dentro de membranas vivas lleno de recristalizaciones hipostáticas: el carpo inorgánico se fragmenta en peridios globosos después de un próximo diccionario molecular. El SALTO es un espesura de puntos de inserción insaciables penetrados por escamas superpuestas que fluctúan en el goteo de una pre-catástrofe que extrae significados monstruosos dentro de las minas geológicas, haciendo que la porosidad del cuerpo cambie ante la curvatura oscura del espacio: las fuerzas puras del espacio :las fuerzas puras de los endoparásitos emergen en las angulaciones del propio rostro, que deshace sus contornos filamentosos con los tejidos ventilados por el sismógrafo inalcanzable y la mutación alucinante sin nombre. Un SALTO ejerce de inagotable capa de sedimentos en protuberancia ambulacral sobre las cartografías de un recoveco a la vez indiscernible y lleno de distancias recorridas por cambios de una desolladura  casi inaprensible y fuera de cualquier origen enciclopédico. Un SALTO despliega huecos en los tiempos de convivencia de las tráqueas que casi desaparecen en el bricolaje del aire cargado de vacíos sanguíneos, con crueldades imperceptibles encima de unos tiempos crudos, falsos y llenos de fermentación ruminal: dicen: acasos intempestivos de una dermorrafia. el alma crea pasajes inobjetables dentro de un condróforo. Un SALTO involucra las latencias de los cosmolabios del animal en las excavaciones de lo insituable, y con los sonidos acumulados, desgarra una geografía de prismas abstractos que se inicia una y otra vez alrededor del dorso de la boca: hipoxias pálidas y zonas esquivas orbiculares que llegan a las cúpulas delirantes de las transmutaciones de un HABLA frente al ejercicio supremo de lo interminable y lo indecidible. Un SALTO eleva el imperceptible cúmulo de la visión dentro de su propio distanciamiento del cortocircuito holoblástico y rompe la severidad de las imágenes de las cerraduras que lo envuelven por encima del tiempo comburente y crónico: hay un vértigo de lo real-aformal con líneas caóticas y con algospasmos poblados de catalizadores eutécticos: un real[2] emerge, marcado por el ambiente espontáneo extremo de la aponeurosis paradójica de quienes intentan HABLAR lo que ven dentro de los fosfatos, dentro de lo deformado, de lo imposible y un rincón de calcificaciones insustituibles: dicen: resonancias de una boca destrozada en la aglosia de un arte que hay que combatir a fondo con surcos e insuflaciones. Un testigo da vueltas entretejidas mientras escucha el tablón silencioso y las filtraciones del caos con las alomorfias de la aístesis sináptica: hay un rugido híbrido y compulsivo dentro de los mucílagos animalizantes repartidos por indefinidos trilladores corporales que pretenden ser musicofilistas, policristalinos y casi ilegible a la lucidez de la recepción de sonajeros sintácticos. EL SALTO HABLA una luz pigmentada que atrae lo inhumano, de la oxigenación de lo inquietante y del plasma inalcanzable que se convierte en una escalada anabólica de una duración vidente donde una dispersión de chubascos gritos emerge en el olvido de una palabra en conexión impersonal con el mundo de la sinrazón, preñada de desviaciones intersticiales y desgarro inaudible de los límites (excretados en períodos secos): dicen: es el inexistente que resurge en restos vegetales disruptivos y abarrotados de retornos estuarinos, de umbrales musicales dentro de las fisuras anónimas de saprófitos encima de zonas móviles con ciclos de mineralización de cadaverina. Un SALTO provoca una visión en rocas feldespáticas donde un animal muerde sus úlceras de filita, secando los derrames de las cuentas del rosario con las mazorcas de sodoma se detiene: hay intervalos errantes que impulsan polinizaciones disyuntivas alrededor de las capas de un doble orificio abierto que vibra, excava aberturas, GESTOS con el tiempo salvador de lo imposible alimentado por las germinaciones inconscientes de las luciérnagas: mostrando los tejidos espondilares entre un grito silencioso unido a los imperceptibles hiatos del futuro: hay isópteros y sínfilos en la cima del cambio involuntario de un presente que DICE silenciosamente  arquitrabe fundador para untar los mástiles de la descendencia con tisanas de arrogancia: perfusiones autopoyéticas dibujando mapas de hosannas centrados en los cabestrillos de los cerebros radiculares que juegan invaginaciones purgadoras contra las respiraciones del exilio dentro del piso pélvico descargas donde los impulsos eléctricos vesiculares crean extravíos glandulares a través de una lengua de cataduras bioquímicas. EL SALTO es un vórtice en deconstrucción, es una sauna sináptico, un nervio ciático, una fuerza fluida del azar que toca las compresiones bifurcadas de lo sutil y cambia las muescas de la mirada mental, convirtiéndolas en una duración herniada llena de ecos inarticulados y casi desaparecidos dentro de un silencio vertebrado: existe el riesgo de lapsos espinales donde las queratosis actínicas aún estilizan las anoxias con bordes de manchas vertiginosas de una existencia de trastornos hipofisarios. Un SALTO sucede cosmofónico porque se vive dentro del múltiplo de la fosa navicular de la locura y contra un rostro mortal, olvidable que aún no ha encontrado un eclipse de tiempo en el hueso de un DISCURSO: un rostro envuelto de diapositivas histológicas donde queda un corion insituable. Un SALTO cambia incesantemente en un tiempo de etmoides inmutables frente a un diccionario de mucosas respiratorias analfabetas que exigen una visión axónica expresada por el latido inefable de la intersección de una luz intensa arrojada sobre las filtraciones de los caminos y brotes de una voz-animal. Un SALTO hace desaparecer un rostro en la sequedad espacial a través de un grito fragmentado por las eustasias de lo impensable y por el mineral de los coanocitos de lo invisible donde una CAÍDA casi brota de debajo de los esqueletos de las esponjas que en existen en sí-mismas, creando una abertura. de intercambios por difusión oídas por dentro y desde arriba del silencio antropofágico que creó la diferencia mesenquimatosa y el escándalo. Un SALTO proviene de una caída de plástico animal, de una batalla de tensiones incesantes que se encargan de las desviaciones de la carne, de la crueldad microscópica y del delirio balbuceado por las soldaduras pulmonares. Un SALTO destruye el acoso de la glorificación con un DISCURSO que libera las espículas del vacío que superan a la muerte con la intermitencia de los canales de un aliento que presagia la reanudación de un golpe ininterrumpido sobre cámaras caliza donde aparecen gemaciones destripadas por objetivos inalcanzables de las laringes del mundo: dicen: devastaciones anónimas que impulsan las cavidades escultóricas de lo real que estallan en los epifragmas de lo impensable.


[1] Referencia a la ciudad de Babel

[2] Real… moneda brasileña


Versión original completa en portugués en:
Revista Sphera ilustrado con imágenes de lienzos de Jackson Pollock.

Traducido por SAL, abril 2022, con la autorización del autor.